¿Cómo hacer Sonora? ¡Menuda pregunta! El cómo depende de quién lo haga, con qué recursos y esperando qué resultados. Tratándose de una tarea colectiva, porque Sonora nos compete a todas y todos los sonorenses, la situación se complica. Sumando la diversidad tan rica que caracteriza a nuestra entidad, el asunto se complejiza. Tal vez el detalle podría estar en agregar un calificativo al resultado que buscamos. Por ejemplo, ¿Cómo hacer Sonora un estado: equitativo...? No sé si las líneas a continuación den un norte sobre cómo se debe de construir o transformar una entidad, pero espero den alguna luz de lo que no se puede dejar pasar si se quiere mejorarla.
Contexto general
La globalización ha impactado el entorno económico, político, tecnológico y cultural a nivel mundial, pero además revolucionado el ámbito privado e íntimo de las personas y la manera en que se relacionan. Mucho se ha bordado sobre los impactos de la globalización y aun cuando el debate sigue, lo cierto es que este proceso no es equitativo y sus resultados no son del todo benignos. En este contexto, las mujeres han sido el grupo social que más se ha visto impactado por estos revolucionarios procesos, en conjunto con otras tendencias que se gestaron con anterioridad (cambios en la composición demográfica de las sociedades, procesos culturales que transforman los roles tradicionales, mayor participación política, reconocimiento de sus derechos humanos). La conjunción de estos elementos ha trastocado las fibras más sensibles de los diferentes espacios en que hombres y mujeres nos desarrollamos: la familia, el trabajo, la vida pública, el gobierno, la escuela, la intimidad. En este sentido, las mujeres estamos (re)definiendo nuestra participación en cada uno de ellos, frente a un escenario en el que privan incertidumbre, riesgo y resistencias.
Contexto general
La globalización ha impactado el entorno económico, político, tecnológico y cultural a nivel mundial, pero además revolucionado el ámbito privado e íntimo de las personas y la manera en que se relacionan. Mucho se ha bordado sobre los impactos de la globalización y aun cuando el debate sigue, lo cierto es que este proceso no es equitativo y sus resultados no son del todo benignos. En este contexto, las mujeres han sido el grupo social que más se ha visto impactado por estos revolucionarios procesos, en conjunto con otras tendencias que se gestaron con anterioridad (cambios en la composición demográfica de las sociedades, procesos culturales que transforman los roles tradicionales, mayor participación política, reconocimiento de sus derechos humanos). La conjunción de estos elementos ha trastocado las fibras más sensibles de los diferentes espacios en que hombres y mujeres nos desarrollamos: la familia, el trabajo, la vida pública, el gobierno, la escuela, la intimidad. En este sentido, las mujeres estamos (re)definiendo nuestra participación en cada uno de ellos, frente a un escenario en el que privan incertidumbre, riesgo y resistencias.
Pese a los esfuerzos de sociedad civil y gobierno, el desarrollo humano ha quedado a la zaga del económico y al hacer los balances, las mujeres resultan ser las más vulnerables de los vulnerables. Las desigualdades de género se han evidenciado en pobreza femenina, dependencia, potencialidades desaprovechadas, violencia, explotación, segregación y discriminación. En nuestro país, consecuentemente en Sonora, la dinámica económica prioriza prácticas sanas desde una perspectiva macroeconómica a expensas de un gran costo social, no existe una política de desarrollo como tal, entendiendo que éste –incluso desde una definición muy básica encontrada en Wikipedia- es la evolución progresiva hacia mejores niveles de vida.
Breve descripción de la problemática
En Sonora, la participación de las mujeres en las actividades económicas se duplicó en los quince años transcurridos de 1980 a 1995. Esto impacta, no sólo en la vida económica sino también en la familiar y social. La población femenina que se incorpora a las filas laborales se encuentra entre los 20 y 45 años de edad y son parte del sostén económico familiar pero también son responsables de las labores domésticas y del trabajo de cuidado. La dinámica de la globalización ha generado una mayor flexibilización laboral y fragilidad del empleo, sobre todo del femenino, pues los mercados laborales se estructuran en función del género, separando física y jerárquicamente las ocupaciones de hombres y mujeres y resguardando para los primeros las de mayor valor social y económico; además, y dado que ellas siguen siendo las principales responsables de las ocupaciones domésticas se emplean más fácilmente en actividades precarias, inseguras, de medio tiempo, a domicilio o sin prestaciones. El sólo hecho de que no existan políticas públicas que busquen equilibrar la carga doméstica y de cuidados entre los diferentes miembros del hogar, se constituye en una inequidad mayúscula y la preeminencia de la mujer en la esfera doméstica le impide dedicar mayor tiempo a su formación y a otras actividades de autocuidado y esparcimiento (resultados de una encuesta aplicada en 1995 en Hermosillo, muestran que la carga global de trabajo es mayor para las mujeres: al considerar el número de horas dedicadas a actividades laborales -tanto en el mercado como en el hogar- las mujeres dedican en promedio 15 horas semanales más que los hombres).
Por otra parte, la discriminación y segregación laboral para las mujeres es horizontal y vertical y se manifiesta tanto en el ejercicio de poder y autonomía laboral, como en los ingresos, el estatus y reconocimiento; se traduce en subordinación. Investigaciones recientes evidencian que en Sonora las mujeres trabajadoras reciben apenas el 70% del total de ingresos de sus pares varones y que, además, ellos acaparan las posibilidades de ascenso. De acuerdo con datos del Sistema Integral de Estadísticas de Género, el 42.4% de las mujeres que realizan actividades económicas gana entre 0 y 2 salarios mínimos, en tanto el porcentaje de trabajadores hombres que está en este rubro de ingreso es de 25 %.
En términos generales, la organización tradicional que confiere la responsabilidad del cuidado infantil a las mujeres -aunado a la insuficiente e insegura oferta pública y privada de centros de cuidado-, así como la falta de sincronía entre los horarios laborales y educativos, se constituye en la principal barrera para el desarrollo de las mujeres y vulnera sus derechos como trabajadoras. La discriminación horizontal y vertical en el ámbito laboral impide que las mujeres aprovechen sus potencialidades y contribuyan de manera competitiva a mejorar el desempeño organizacional, personal y familiar. Revertir esta situación es el mayor reto de un gobierno que busque la equidad.
Soluciones propuestas
La visión del Desarrollo predominante debiera ser la que se encamina hacia el desarrollo humano y no sólo al crecimiento económico y del capital humano, esto implica considerar a las personas como los fines y no sólo como medios para obtener más riqueza. Debe destacarse que se trata de una visión plural que busca sí la expansión económica, pero que al mismo tiempo potencie una serie de elementos que garanticen la equidad social, la democracia y la sustentabilidad, en una dinámica continua y progresiva. Aquí algunas propuestas para aterrizar en lo local sólo algunos de los elementos del Desarrollo con equidad que es imperante impulsar en Sonora:
- Diseño de políticas públicas sensibles al género, que promuevan la participación de las mujeres en condiciones dignas y equitativas en la familia, el mercado laboral, la educación e investigación, el arte y la cultura y en la vida social en general.
- Diseño de políticas públicas que promuevan la participación activa y la responsabilidad de los hombres en el ejercicio de la paternidad, la vida y el trabajo familiar y doméstico.
- Equidad de género en la estructura pública, en todos los niveles, desde titulares de Secretarías de Estado.
- Presupuestos públicos sensibles al género, transparentes y ciudadanizados que garanticen la equidad en la asignación de recursos y de oportunidades, pero que además incluyan recursos etiquetados para resarcir el rezago y la pobreza de las mujeres.
- Instituciones fuertes y confiables que garanticen el respeto y ejercicio de los derechos humanos de las mujeres, específicamente el derecho a la vida, a decidir, a trabajar, a ejercer o no la maternidad, a la salud, a la educación, a la no discriminación y a vivir sin violencia. Esto es de suma importancia pues si no existe un estado de ejercicio de los derechos humanos todos, no se puede hablar de desarrollo. Dos ejemplos: 1) fortalecer el Instituto Sonorense de las Mujeres, dotarle de autonomía, recursos y capacidad de decisión para impulsar una agenda de desarrollo femenina, incluyente de la diversidad de las sonorenses; 2) Una Comisión de Derechos Humanos sensible y garante de todos los derechos de las mujeres.
- Leyes efectivas contra el acoso y el hostigamiento sexual, contra la discriminación y la explotación sexual de mujeres y niñas.
Conclusiones
Lo que se asienta en estas líneas no es nada nuevo, académicas y activistas de nuestro estado, lo han señalado ya como resultado de años de intensa actividad por visibilizar la acción de las mujeres y reivindicar su papel activo y productivo en las esferas pública y privada.
Evidentemente, se ha avanzado en la focalización de algunos recursos y programas específicos para mujeres, pero eso no es suficiente y tampoco han sido las formas en que se han operado las más atinadas. Por ejemplo, existe una variedad de estudios que prueban que la política pública ha carecido de perspectiva de género, incluso aquellas direccionadas a mujeres y niñas; otra gama de investigaciones y monitoreos ciudadanos ha evidenciado que la forma en que diseña y ejerce el presupuesto público es ciego a las necesidades específicas de mujeres, niñas y grupos sociales vulnerables: no es reafirmar el papel de las mujeres como dependientes y sujetas al rol tradicional lo que se necesita para que puedan florecer todas sus capacidades. Son oportunidades equitativas lo que se exige para ejercer el legítimo derecho de participar activamente en política, en la economía y en el mercado laboral, tanto como en la vida privada.
Para dar un primer paso en la generación de condiciones para el desarrollo de las y los sonorenses sería necesario contar con recursos significativos, suficientes, programados reconociendo las necesidades específicas de las mujeres y las niñas -tanto como las del resto de los grupos sociales-, el segundo paso consistiría en que fueran ejercidos responsable y transparentemente por servidoras y servidores públicos sensibilizados a las desigualdades de género.
Voluntad política para generar condiciones efectivas de desarrollo, ha sido la gran ausente para llevar a práctica todas estas sugerencias -y muchas otras que se quedan en el tintero por falta de espacio-. En ese sentido, el reto del nuevo gobierno es mayúsculo pues requiere ante todo romper con la inercia androcéntrica que priva en la administración pública. Requiere el compromiso genuino de hacer sonoras las voces y necesidades femeninas.
No se puede hacer Sonora sin la mitad de su población.
Zenaida Margarita Bejarano Celaya
Canditada a Doctora en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora
mbejarano@posgrado.colson.edu.mx
Canditada a Doctora en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora
mbejarano@posgrado.colson.edu.mx
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